La elección del autoclave adecuado para una consulta de podología depende en gran medida de la clasificación de riesgo del instrumental utilizado. Esta clasificación la determina el operador de la consulta basándose en el diseño y el uso en el paciente y forma parte del plan de higiene. Una clasificación correcta no sólo garantiza la seguridad del paciente, sino también el cumplimiento de la normativa legal y un reprocesamiento eficaz del instrumental.
1. preclasificación según el ámbito de aplicación
Los instrumentos se clasifican inicialmente según su área de aplicación:
Instrumentos no críticos: Sólo tocan piel intacta. Estos instrumentos presentan un bajo riesgo de infección.
Instrumentos semicríticos: Entran en contacto con mucosas o piel patológicamente alterada. En este caso, el riesgo de infección es medio.
Instrumentos críticos: Penetran en la piel o las mucosas o entran en contacto con sangre, tejidos u órganos internos. Estos instrumentos presentan el mayor riesgo de infección y requieren los requisitos de reprocesamiento más estrictos.
2. reclasificación según el diseño del instrumento
Además de la clasificación en función de la aplicación, también se tiene en cuenta el diseño de los instrumentos. El sufijo A, B o C representa las siguientes propiedades:
A: Sin cavidades ni zonas de difícil acceso. Estos instrumentos rígidos no tienen mayores requisitos de reprocesamiento.
B: Tienen cavidades o zonas de difícil acceso, por ejemplo, las superficies rugosas de las fresas o las articulaciones de las pinzas. En estos casos, es necesaria una evacuación selectiva del aire antes de que pueda tener lugar una esterilización eficaz.
C: Instrumentos complejos con cavidades que no pueden esterilizarse con vapor. Como estos instrumentos no son termoestables, no se utilizan en podología.
Esterilización en podología: el ciclo de reprocesamiento correcto
La esterilización se basa siempre en la clasificación de riesgos. Como a menudo es difícil evaluar si la piel está patológicamente alterada o no antes del tratamiento, los instrumentos no críticos y semicríticos se tratan de la misma manera. Por lo tanto, los instrumentos semicríticos deben limpiarse y desinfectarse primero en un desinfectador térmico, por ejemplo. A continuación, pueden liberarse directamente o esterilizarse sin embalaje. Los instrumentos críticos, por su parte, también se someten a una limpieza y desinfección exhaustivas, pero deben esterilizarse envueltos para garantizar su esterilidad a largo plazo. Dependiendo del diseño del instrumento, se utiliza un autoclave de clase B o de clase S. En la siguiente sección podrá averiguar qué autoclave le ofrece la mejor solución.